Escardando andaba el chico al que llamaban del Tío Cazuela, muchacho al que le gustaba buscar en papeles antiguos y hacia dibujos con un clarión, normalmente en la puerta de su casa, cuando fue al encuentro del tío Nieves, esquilaor de la Villa, estando en la huerta de la tía Filomena, viéndolo venir por el camino de Villacañas.

-Buenas tenga tío Nieves.

-Lo mismo digo zagal.-Le contestó sin bajarse de la mula.

-Ayuda quería pedirle por cuestiones que me traen dando geringoncias en la cabeza. Necedades, cosas de estar aquí solo en la huerta entre tomates y berenjenas.

-Dime, pues, mozo que te rondas.

-Verá tío Nieves, como usted anda para el pueblo, estaba en si podía, al paso, acercarse y llevar recao al mesón y deje también aviso en las casas donde viven unos hombres que son doctos y sabios. No es de tener mucha prisa, más de tampoco de esperar a la feria de Tendilla.

-De poder ser, ve diciendo, que si al paso ha de pillarme yde no tener otro trajín, dejado el recado estará.

-Mire usted, que también estará implicado y no me lo tenga en cuenta. De hacer en consejo al final del mes natural un parlamento sobre escritura de las historias de esta nuestra villa en el mesón . Para que se aviniesen a ello en buen grado, que no sé yo, llevaría para la cena de todas estas cosas que hay en la huerta y varios panes de kilo y cuarto, vino y giniebla, amén de tomates en sal que haberlos muchos en las tinajas de la bodeguilla de mi abuela que bien conoce por vecindad.

-Mal no ha de darse la cosa cuando de por medio hay de comer y beber.