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Iglesia Parroquial Villafranca

IGLESIA  PARROQUIAL

ANTIGUA FÁBRICA DE LA IGLESIA (Anterior a 1.786):

 

 

    Todas las parroquias del Priorazgo de San Juan adquirieron el titulo de Santa María, siguiendo el ejemplo de la población principal, Consuegra.

   Hasta el siglo XVIII, la Iglesia Parroquial de Villafranca tomo el nombre de Santa María, y a partir de aquel momento paso a llamarse Nuestra Señora de la Asunción, distintivo canónico que también adquirieron las demás villas del Priorato de San Juan.

  En su origen, la Iglesia se emplazo en un lugar amplio y espacioso que con el tiempo se convertiría  en el principal núcleo del pueblo.

  La fecha de su primera edificación hay que situarla en el siglo XVI, en respuesta al capítulo provisional celebrado en este siglo por el que se ordeno  levantar iglesias, gemelas, en los pueblos de este Priorato.

  Su planta responde al tipo de cruz latina, con crucero marcado, presbiterio circular, sacristía y dos naves, en su esquema original.

   Al exterior, el perfil de la cabecera era recto, hasta fines del siglo VIII en que se aumento la Sacristía Norte y se destaco el perfil ondulado del Presbiterio. La torre se levanto a los pies del templo, cuadrada, ocupando la nave mayor, comunicaba el exterior con el interior de la Iglesia, por medio de dos puertas, una al este y otra al oeste. Al campanario se ascendía a través de una escalera interior colocada en la nave pequeña, y por otra que salía al lado del depósito de huesos.

   La extensión de la planta antigua de la Iglesia de Santa María de Villafranca era: lado norte 40 m., lado sur 35 m y medio, lado este 16 m y medio y lado oeste 15 m.

   El muro de la Iglesia es de mampostería de piedra de varias clases, la que daba el suelo y la zona de Villafranca. También se utilizo el ladrillo. Todo con buena unión y trabazón. Las esquinas del muro exterior se reforzaron a base de grandes sillares de piedra.

   La pared del mediodía estaba hecha de tierra, de ahí que en 161 se levantara de piedra, cal y arena. El grosor de sus muros es de 1m aproximadamente.

   La puerta de la Iglesia se situaba en el lado sur. Con el tiempo se abrió otra enfrente, en la pared norte. Ante las dos fachadas se extendieron dos atrios, abiertos a modo de pequeños ensanches.

   Si nos atenemos a lo que supone lo más destacado de la primitiva iglesia de Villafranca, comenzaremos el estudio por su Crucero.

   El CRUCERO está formado por la Capilla Mayor, en el centro, cubierta con bóveda de entrelazada crucería gótica, con soportes de voladas ménsulas, y por los brazos del mismo – con capillas- cubiertos con bóvedas de media naranja. Las tres cubiertas descansan sobre amplios arcos de medio punto. La bóveda de crucería es de última época, consta de varios nervios de cuyas intersecciones penden claves de diferente tamaño. Este espacio se halla enmarcado por robustos pilares circulares –de 1 m de diámetro-, de alto basamento y capitel moldurado. Se hallan separados entre sí por 7 m poco más o menos. Es curiosa la disposición que presentan los dos pilares del crucero, de la nave central, ya que aparecen doblados por medios pilares de iguales características. Desde estos arranca el gran arco de medio punto central.

   Por estas cualidades, este Crucero cabe fecharse en la primera mitad del siglo XVI.

   La bóveda de la nave central de la iglesia de Villanueva de Alcardete (Toledo) es similar a la de este crucero.

   En 1651 se cubrió y reparo la bóveda gótica de la Capilla Mayor.

   El Crucero da paso al Presbiterio, semicircular, a través de un arco de medio punto peraltado. Tiene un fondo de 4,62 m. Al altar Mayor se accede por unas gradas, y en su frente se ubica la Capilla de Nuestra Señora. Para este altar era necesario en 1761, un retablo, pues carecía de él. Solo tenía “ un cascaron, que hizo la Cofradía del Santísimo, para colocarle en sus funciones”. Esto nos pone en relación con la forma de abovedamiento que presentaba la escuela de Siloé, donde unían veneras con cubiertas de crucería gótica.

   Sobre el Presbiterio se hallaba una tribuna o camarín.  Una escalera ponía en comunicación ambos pisos.

   La iglesia de Villafranca de los Caballeros ha sufrido numerosos reparos a lo largo de los siglos. Sobre todo, hay que citar las grandes reformas de los siglos XVI, XVII y XVIII que, en parte le quitaron su antiguo carácter.

   El tipo más usual de Sacristía en el mundo barroco fue el rectangular, adosado a un lado del templo. Así se encontraba, en 1651, la Sacristía de la Iglesia de Santa María de Villafranca, pegada al lado norte del Presbiterio y cubierta con armadura de madera.

   El 18 de febrero de 1715 se empezó a tramitar su reparación, por estar totalmente arruinada.

   Las dos Dignidades- Arzobispal y Prioral- se encargaron de su subvención por medio de las rentas y diezmos que percibían de los vecinos de Villafranca. La Dignidad Arzobispal mando a Francisco González, alarife y maestro de obras de Toledo, para que la reconociese. Pero seria Andrés García Parra, vecino  y maestro de obras de Alcázar quien llevase a cabo dicha obra, por valor de 16.800 reales vellón. Cada interesado en diezmos debió contribuir con quinta parte de lo que percibiese al año.

   Fue en ese año, 1715, cuando se abrió la zanja de la Sacristía, enrasada de cal y piedra y los cimientos se rebocaron de cal. El 7 de noviembre de 1720 todavía se continuaban las obras y reparos en la Parroquial. El importe de toda la obra se hizo en tres plazos: el primero al comenzar la obra, el segundo estando a medias, y el tercero cuando se finalizo.

   El 6 de agosto de 1729, Ignacio Hernández, de Villafranca, escribió que “...para la reedificación de la Sacristía de Villafranca se necesitó 16.600 reales”.

   El 11 de octubre de 1748, Manuel Pabon, maestro de obras de Consuegra, advirtió que se tenía que reparar la canal maestra del tejado de la Sacristía contra la pared del Presbiterio.

   Las ventanas rectangulares, tanto de la Sacristía, como de los brazos del Crucero, presentan derrames hacia dentro.

   A mediados del siglo XVIII se construyo otra sacristía en el lado opuesto del Presbiterio. En ella fue colocada otra escalera de acceso a la tribuna.

   En 1761 se retejaron ambas sacristías.

   Sobre estas bases arquitectónicas se formo el resto de la Iglesia. Las dos naves, que formaban el cuerpo del templo primitivo, eran de diferente anchura, había una mayor de 7,70 m de ancho y otra de menor de 3,70 de ancho. Estas naves se hallaban separadas por dos columnas cilíndricas de menor sección que las del Crucero ( de 0,63 m de diámetro). Estas columnas son rechonchas, de fuste liso y capitel octógono. Los capiteles, posiblemente modelados en yeso, tienen entre sus molduras decoración de bolas. Estas dos columnas del cuerpo de la Iglesia antigua estaban separadas por 7 m y ½ aproximadamente. Los arcos forneros correspondientes a las dos naves de este templo son de medio punto, que cargan sobre las mencionadas columnas, resultando excesivamente anchos y bajos.

   El cuerpo de esta parroquial, desde sus comienzos, cubrió de madera sus dos naves, ya que hasta finales del siglo CVI se utilizaron, en su gran mayoría, armaduras de madera en la cubrición de aquellas.

   Según Juan de Arenas, la nave pequeña, en 1731 se desenvolvió por tener toda la ripio y correas podridas. Entre las vigas que tenia se pusieron otras nuevas del mismo grueso y largo, labradas en la misma forma. Se tejó poniendo las canales a cuerda y lomo.

   Manuel Pabon escribió en 1748 que los tejados y las enmaderaciones de la Iglesia necesitaban repararse. En diciembre de ese año fue reparada su nave norte.

   Todo el interior del templo estaba blanqueado, paredes, arcos y bóvedas, pero se manchaba con frecuencia a causa de sus continuas goteras. En 1761 se puso en todos sus muros, yeso blanco, procedente de Alcázar, y en todas su circunferencia se echó un rodapié de yeso pardo de 1 vara de alto El importe de la tercera parte –pagado por la Dignidad Arzobispal- de la obra en sus armaduras fue 1427 reales y 9 maravedíes vellón.

   En 1764 se puso solado a la Iglesia, con baldosas de Villafranca, para su mayor aseo y duración.

   Los artesones o maderaje de la nave mayor se compusieron en 1775 en dirección poniente y norte.

   Dos años después, cuando la Iglesia aun tenía dos naves, se pensó darle mayor extensión, con un gasto aproximado de 90.000 a 100.000 reales vellón, sin lograrse, no obstante, la capacidad necesaria. En el estado que tenía cabían unas mil personas. Con su aumento, reduciendo a capillas la nave del norte, y la que se había de hacer en el lado opuesto, quedaría con menos proporción que la que entonces tenía. Si la mayor extensión se diera sin capillas, precisaba derribar el templo y hacer otro nuevo. Los vecino de Villafranca querían contribuir en la nueva fábrica, con 165 plomadas, los labradores contribuirían en la conducción de los materiales necesarios, piedra, yeso, cal, arena, ladrillo y teja.

  El Maestro Mayor José Palacios dijo el coste que tendría la construcción de una iglesia nueva sin salir de los límites de la que existía, ampliándola a todo cuanto pudiera dar de si dicha demarcación en su terreno. El Maestro certifico en febrero de 1778 que si la planta se hacía de nueva fabrica desde sus cimientos hasta su entera conclusión, derribando todo de la antigua, separando unos materiales de otros, la iglesia quedaría cerrada con un antepecho de 4 pies de alto y 2 pies de grueso, de piedra mampostería con mezcla de cal y arena, y su zócalo de piedra labrada y albardilla de lo mismo para su mayor seguridad. Tendría un coste de 230.000 reales a la que se restaría s20.000 reales de los materiales de la iglesia vieja, y de estos, 10.000 fueron necesarios para la demolición, por lo que vendría a costar 220.000 reales. Y si los labradores contribuyesen con las peonadas, se quedarían en 200.000 reales. Por otro lado, el templo se fabricase dándole la amplitud de 6 varas en su latitud y 10 en su longitud, sin salir de su demarcación, esto costaría 280.000 reales y hechas las bajos antes dichas se quedarían en 230.000 reales.

  Las paredes de la Iglesia no cesaban de desmoronarse debido a su antigüedad, y la madera de la bóveda se estaba desuniendo . Al hacer la ampliación de la Iglesia por el lado sur, la armadura del cuerpo central, se dejaría.

   Siguiendo con la planta antigua de la Iglesia de Santa Maria de Villafranca, encontramos un coro en alto, erigido sobre dos pilares, en el centro del ultimo tramo del cuerpo de la Iglesia.

   La TORRE de la Iglesia Parroquial responde al modelo de torre campanario, de esbelto tronco de sección cuadrada, adosado al cuerpo de la Iglesia hasta los cuerpo abiertos de campanas a partir de donde se vuelve exenta.

   Las diferentes alturas que ha tenido, a lo largo del tiempo, de distinguen hoy por su colorido. La primera torre llegaba hasta el primer cuerpo de campanas y terminaba en chapitel.

   Esta arquitectura sufrió –como el resto del edificio- continuas reparaciones, debido a su antigüedad.

    En el año 1651 se tuvo que reparar enteramente por estar próxima a hundirse.

   En el siglo XVIII se realizaron las siguientes obras en este lugar:

   Por el informe de Francisco de Jaén Chacon y Vargas tenemos noticia de que el suelo de campanas se soló , en julio de 1731, de ladrillo de Villafranca, se hicieron los pasamanos de la escalera, se aderezaron los escalones y se recorrieron sus tejados por 1731 reales. En 1748 se reparo el chapitel por tener sus maderas podridas. El suelo de la torre se soló  con yeso y ripios en mayo de 1761, y su escalera se compuso con yeso y piedra.

   José Palacios escribió  el día 10 de julio de 1776. en Consuegra, una relación en la que decía como el chapitel que cubría la torre de esta Iglesia se hallaba muy destruido y como tenia podrida toda su enmaderación a causa de la mala disposición en que se había ejecutado. Por ello, había que deshacerlo por completo y volverlo a armar poniendo de nuevo todo su maderaje en entablado. También  creyó necesario entablar el suelo de las campanas y hacer un antepecho que circundase el hueco que había para que subieses y bajasen las pesas del reloj, y lo mismo se haría en el suelo de más abajo.

   El timbalillo que estaba  sobre la sacristía, se cambio a la torre, cerrando el hueco de campanas que cae a los tejados, con una reja voladiza de dos hojas y con candado, para evitar la entrada y salida de las gentes y muchachos.

   En el año 1777 la torre estaba, de nuevo, ruinosa por estar desigual en sus ángulo e inclinada hacia el norte con muchas piedras quebrantadas. Sin embargo, esa no fue la opinión del maestro mayor de obras de la Dignidad,  José Palacios, ni del maestro de obras de Herencia, Antonio González Román, quienes aseguraron que “...la torre se hallaba perfectamente a plomo por sus cuatro ángulos”.

   Las PUERTAS principales de la Iglesia de Villafranca –una al norte y otra al sur- eran de madera y se encontraban enmarcadas por una franja de piedra rojiza, terminada en su parte superior por dos pequeñas volutas.

   El hueco de las puertas mide 2,25 m de ancho.

   En 1776 se colocaron dos canceles en las dos puertas laterales de este templo para resguardo del polvo y del aire. Se hicieron a la francesa en su exterior, y embarrotazos y peinazos, con su moldura al canto, en su interior, con lo que tendrían bastante duración. El coste de los dos fue 5.600 reales vellón.

   RETABLOS: En 1653, en la Iglesia de Santa María de Villafranca, había siete altares, cuatro colocados en los brazos del Crucero, otro en el Altar Mayor y otros dos en el cuerpo de la Iglesia. En el siglo XVIII se redujeron a seis, uno menos en el cuerpo de la Iglesia.

  Retablo Mayor: El Altar Mayor del Presbiterio, ya dijimos, que carecía de retablo, de ahí que en 1776, José Palacios, proyectase su construcción. En su informe – donde incluía el diseño de Consuegra a 13 de septiembre de 1776, declaraba: ”...el Retablo se debera ejecutar con arreglo al diseño en todas sus dimensiones y se tallaran sus molduras según perteneze al orden corintio, y lo mismo se entendera por el Tabernáculo y concluido en esta forma costara doze mil reales al poco mas o menos. Si se haze solo Tabernáculo, se hara según se manifiesta  en el mismo diseño, a eszepcion que el dicho tabernáculo sera algun tanto mas grande  de lo que ha demostrado, para que llene mas el gueco y no parezca pequeño y tendra de coste de quatro mil reales poco mas o menos...”

   El Retablo de José Palacios se disponía siguiendo la forma semicircular del Presbiterio. Cuatro columnas corintias, exentas, de fuste acanalado se levantaban sobre alto basamento par sostenes un entablamento moldurado con saliente cornisa. El Altar Mayor se cubría con cascaron y en su frente, caserones. En el fondo de la pared se imitaron cuadros y hornacinas fingidas a base de guirnaldas. Esta cóncava estructura recogía en su interior la mesa del altar y el tabernáculo. Este imitaba una arquitectura templaria, repitiendo a tamaño menor, el esquema del retablo. Sobre tres gradas se disponían cuatro columnitas, también corintias, con su entablamento y cúpula. Su interior cobijaba el Sagrario, con puertecita adintelada rematada en frontón triangular.

   Según el informe de Alfonso Lujan, hasta el 1789, el Altar Mayor de esta Iglesia, solo constaba de un trono en el que estaba colocada las imagen de Nuestra Señora de la Asunción y donde se exponía el Santísimo en cualquiera de sus funciones. Esta imagen era de piedra, de tres pies de altura, incluida la peana. Estaba muy ajada, de ahí que solo pudiera servir para ser colocada en el frontis de dicha iglesia, donde antes se veneraba otra del mismo misterio. Esta se encontraba tan imperfecta que apenas se distinguía lo que representaba. Debajo de esta imagen se situaba el Sagrario. El Altar Mayor se ornaba con seis candeleros de bronce  y una cruz con Crucifijo, pequeña, de bronce, y otra de plata.

   Otros Retablos: Respecto a los demás altares hay que señalar que se hallaban levantados, cuatro en el Crucero – Nuestra Señora del Rosario en un colateral, en otro Nuestro Señor Resucitado y Nuestra Señora del Carmen, y a continuación San Francisco y el Santo Ángel- y uno en el cuerpo e la Iglesia, Nuestra Señora de la Concepción.

   En el altar de Nuestra Señora del Rosario se administraba la Comunión. Tenía una baranda de madera que luego se cambio por otra de hierro, compuesta por 104 balaustres. También, tenía su correspondiente Sagrario y un calderillo par el agua bendita.

   En 1721 hubo un altar dedicado a San Antonio Abad. En el año 1775 aun se conservaba ese altar, habiendo sido cedido a la Orden Tercera de San Francisco con la carga de cuidar de él. Su mesa de altar necesito dorarse, según declaración de Alfonso Lujan, Prior de Villafranca, al igual que la de Nuestra Señora del Rosario. Con la obra realizada en la Iglesia, a partir de 1786 aquel altar desapareció por haber en el pueblo una ermita destinada al culto de San Antonio.

   Las imágenes de Nuestra Señora de al Concepción – en el cuerpo de la Iglesia-, la de Nuestra Señora del Rosario y la de Nuestra Señora del Carmen- emplazadas en los dos colaterales del Crucero- eran de medio cuerpo. Siempre se habían vestido de los caudales de sus cofradías y de la devoción del pueblo.

   Las demás imágenes que se veneraban en este templo –Nuestro Señor Resucitado, el Santo Ángel, San Francisco y Santa Águeda- eran de talla entera. Destacaban estas dos últimas imágenes por su buena talla. Por el contrario, el resto eran muy imperfectas.

   ORNAMENTOS: El licenciado Pedro Martín Mancheño Barchino, Teniente de Prior de la Parroquial de Villafranca, y notario apostolico, certifico el 27 de marzo de  1640  “...que en el libro de las quentas y visitas de al fabrica de dicha parrochial ay ciertos inventarios de los bienes que tiene en ser la dicha fabrica que su tenor de dichos bienes vivos y no consumidos con caveza y pie es como sigue: Ybentario de los hornamento y bienes muebles que tiene de presente la iglesia parrochial  de esta villa de villafranca mandado hacer por lo señores del aian tratamiento de ella a ocho de henero deste año de 1637...”.

   Entre estos ornamentos de 1637 se citaban: un vaso grande de plata que estaba en el Sagrario, cruces, incensario y cálices de plata, capas de terciopelo, de masco, etc..., ternos, manípulos, casullas, frontales, palio carmesí para el Santísimo Sacramento con unos amitos de San Juan y un cáliz en medio, albas, misales, libros, tres atriles, bolsas de corporales, escaños, campanillas, lámpara de aljófar pendiente del Altar Mayor, confesionario  de pino, pulpito de madera y otra lámpara de plata pendiente en la Capilla de Nuestra Señora.

   Dentro de este mismo inventario, del 8 de enero de 1637, aparecía un cuadro de Cristo con la Virgen, pequeño, con marco dorado, mandado por Pedro Yepes. Otro cuadro al temple sin especificar su tema. Un lienzo viejo de la Asunción que se guardaba en la Sacristía, y un cuadro de la Cruz a cuestas. Desgraciadamente, ninguno de ellos ha llegado a nosotros.

   El maestro sastre Francisco García Yébenes, el día 22 de julio de 1731, hizo reconocimiento de todos los ornamentos que había en la Iglesia, así como de los que faltaban.

   El 22 de agosto de 1732 se remitieron a la Iglesia de Villafranca, los siguiente ornamentos: paños de pulpito encarnado, verde y blanco, dos bolsas de corporales encarnadas, dos blancas y dos negras, dos casullas encarnadas, dos blancas y una negra, una manga encarnada y otra de cruz blanca, una banda morada, dos paños de cáliz morados, un manual, un pasionario de coro y dos albas blancas.  

  Al año siguiente, don Francisco Vaquerizo, dice que tiene en su poder seis candeleros grandes para la Iglesia de Villafranca, mandando que vayan a buscarlos a Madrid.

   Del 18 de septiembre de 1748 se da una relación de los ornamentos existentes y de los necesarios. Entre los primeros había: capas, casullas, ternos de varios colores, albas, manteles y sobrepellices blancos, entre los libros; cinco misales, un diurno y un manual, en metal, unas crismeras de plata, los demás ornamentos eran de hermandades y cofradías. Entre los segundos citaba: casullas, corporales, terno blanco, capa negra, terno morado, capa verde, albas, un palio, tres atriles, tres tablas de las palabras de la consagraron y unas crismeras par el óleo y crisma de catecúmenos.

   El 21 de junio de 1754 se pagaron a Manuel Reina, Maestro Platero de Toledo, 733 reales y 26 maravedíes vellón por la hechura de un cáliz y copón dorados, rebajadas las alhajas antiguas que recibió.

   El 14 de marzo de 1778 se vieron necesarios para esta Iglesia, los siguientes ornamentos y alhajas:

   De color encarnado: un terno sin frontal compuesto de casulla y dalmatitas con collares, manipulo y estolas, capa de coro, manga de Cruz, paño de facistol, paño de pulpito, paño de cáliz, banda y bolsas de corporales. Dos paños de cáliz de damasco y dos bolsas de corporales de lo mismo.

   De color blanco: cuatro casullas de damasco con estolas y manípulos, paños de cáliz y bolsas de corporales. Un paño de pulpito y otro de facistol de tafetán de Francia.

   De color morado: cuatro casullas de damasco con estolas y manípulos.

   De color verde: paños de damasco para cálices y bolsa de corporales.

   De color negro: capa de coro de damasco, tres casullas, un terno y dos cortinas de lienzo para tapar el Altar Mayor en tiempo de Semana Santa.

   Cuatro albas de Coruña, amitos, siete sabanillas o manteles para altar, de Bretaña. Una sabanilla para el Comulgatorio con su encaje de 5 varas y ½ de largo. Tres sobrepellices, tres cíngulo de seda y doce de hilo, todos blancos. Tres misales nuevos con el Cuaderno de Santos de Toledo. Libros; manual, breviario, diurno, cuadernos y salterio par el coro Dos juegos de sacras con sus tarjetas empergaminadas del Evangelio de San Juan, y Lavatorio. Diez candeleros de bronce de 2/3 de alto. Dos cruces de altar con sus crucifijos de metal dorado. Cruz de metal dorado para la Manga de Parroquia. Alfombra para el Altar Mayor.

   LA PILA Bautismal, en 1651, estaba a los pies de la nave pequeña de la Iglesia de Santa María de Villafranca. La pila es de piedra porosa, de figura circular y de ½ pie de grueso entre las líneas cóncava y convexa. Su exterior se halla decorado con gallones y en su parte superior luce una franja de ovas de color verdoso. Por sus características se puede fechar en el siglo XV.

   Fue a lo largo del siglo XVII cuando la Iglesia de Santa María de Villafranca, presento mayor número de frontales. Solo si nos ceñimos al año 1637, podemos citar los siguientes:

-Frontal de terciopelo negro con cenefas de lo propio, y unas muertes.

-Frontal de brocado verde con frontaleras de lo mismo.

-Frontales de damasco colorado, negro, blanco y morado, mandados por su Alteza.

-Frontal de damasco blanco con figura de San Sebastián den el centro, con sus frontaleras y mangas.

-Frontal blanco con la imagen de Nuestra Señora. Otro en carmesí con el mismo tema.

-Frontal de damasco verde con amito de San Juan en medio.

   ORGANO: En el coro alto, dispuesto en la nave mayor de la Iglesia Parroquial de Villafranca estaba instalado el órgano.

   En mayo de 1784, Don Pedro Mathe, músico y sacristán mayor de Herencia, reconoció su interior y exterior, enumerando las cosas que debían ser compuestas, tasándolas en 300 ducados. En 1785, José de Fuentes Ferre, maestro organero, natural de Mira (Cuenca), empezó a componer el órgano. Con él trabajo su sobrino Francisco de Fuentes, hijo de don Manuel de Fuentes, a cargo del cual estaba la reparación del órgano de Villafranca, pero al morir, la obra paso a su hijo y hermano.

(Copyright: Mari Carmen Avendaño: Estudio Histórico Artístico de Villafranca de los Caballeros)

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