La quintería o alquería halla su expresión en los campos de La Mancha en la casilla y el silo. Su presencia obedece a la necesidad de pernoctar durante una o varias noches cerca de los campos de labor, cuando medios de transporte como el burro y el carro precisaban demasiado tiempo para recorrer la distancia que los separaba del pueblo. Hoy día con los modernos coches y tractores ya no se necesitan y por ello las quinterías están desapareciendo a marchas forzadas de la geografía popular, sin que nadie le haya conseguido poner freno al sinsentido que es perder de vista nuestra historia más reciente.

La casilla y el silo tienen la misma función, por lo que su distribución interior se asemeja. La diferencia es que la casilla levanta sus muros del suelo, mientras el silo aprovecha cualquier desigualdad en el terreno para internarse en la tierra. De cualquier modo aunque la forma de organizarse las habitaciones puede variar por las necesidades del medio, ambas estructuras tienen las mismas.

La casilla abre su puerta a una cocina que suele ser mayor que en el silo. La misma incluye por fuerza una chimenea u hogar de leña flanqueada por dos camastros de obra, apegada a uno de los cuales suele hallarse la pajâera o lugar donde se amontona y almacena la paja que ha de usarse como colchón para dormir. La pajâera suele encontrarse frente por frente de la puerta y de corrido se alzan los muretes que separan el espacio de la cocina y de la cuadra, elemento imprescindible para dar cobijo a las mulas o burros, con sus pesebreras. No lejos suele haber una habitación con puerta y cerrojo que ha de servir para dormir a las mujeres trabajadoras del campo: vendimiadoras, olivareras o lo que fuera. A las cuales se les mostraba deferencia y respeto de esa manera. El tejado de la casilla es a dos aguas sujeto por tiseras de madera, que con listones cruzados a la larga y carrizo sostienen las tejas. Las tejas van sujetas en el alero y en el caballete mediante argamasa que después de seca es encalada para evitar que el agua la deteriore.

El silo abre su puerta a una ladera, estilo a las casas de los Hobbits de las historias de J.R.R. Tolkien. Da acceso a la propia puerta una pasarela estrecha que llaman la caña del silo que suele tener inclinación o pendiente descendente. La puerta es rectangular, como la de la casilla. Como la caña percibe aguas de escorrentía y de la propia llúvia, cerca de la puerta en la zona más baja de la caña y a un lado u otro hay un desaguadero. Una especie de pozo de poca profundidad que permite que el agua se almacene en él y se absorba por el propio terreno. Este dispositivo evita que entre agua al silo. Los lados de la caña, cerca de la puerta, pueden presentar la abertura de algún tragaluz que aportará algo de luz a las habitaciones del silo. El silo puede estar excavado en tierra o en piedra de distinta consistencia. En cualquier caso su superficie interior se protege con cal protectora que se renueva de año en año. Los silos en general tienen portal o algún pasillo de distribución que comunique la caña con las habitaciones. Estas son, cocina, cuadras y sala de vendimiadoras. Los silos más pequeños tienen una sola cuadra, mientras que los mayores pueden albergar dos o tres. Las cocinas aparte de la chimenea que al exterior suele ser redonda hecha con mampostería de piedra sin labrar, y un camastro a cada lado, suelen tener repisa o incluso algún vasar.

El silo del tío Alejete tiene la particularidad de que se utilizaba para las labores del campo y para guardar ganado. Los corrales estaban ubicados sobre el silo en la zona conocida como «las zorreras». Dentro del silo hay una sección dedicada al pastor que cuidaba del ganado todo el año. Esta se compone de cuadra y cocina. El resto del silo se dedicaba a las labores del campo, teniendo dos cuadras, la cocina y la habitación para las vendimiadoras.