Cap. 13

«De los casos de escándalo: la excomunión»

 

A luz de vela escribió las letras en pliego el Prior Frei Alfonso. Fue carta de queja al Sr. Arzobispo de Toledo, con letra reche pero con pulso firme.

“…Y queja elevo de la exigencia de la Primada, y solicito en estancia superior, se recurra a Roma si fuera necesario, y que desde allí se conmine al Arzobispo, a que no intente recibir ese tributo, ni entrometerse en la cobranza de diezmos, ya que pertenece sin discusión a este Prior de San Juan…
…Y queja elevo por la Parroquial, que en necesidad de reparos se halla, habiendo obligación de esa autoridad de aportar un tercio de los gastos que ocasionen las obras…
…Y queja elevo, que aflicción me causa, su obstinado mandato obligando a mis feligreses cobro y recaudación a beneficio de sus arcas por semillas nuevas y hortalizas. Sépase, que a mis parroquianos en sermón dirigido desde púlpito, advertidos tengo en encomienda de no proceder a tal pago, si estos no son almacenados en ganancia del Infante…»

A luz de vela escribió las letras.

El sacristán hacía sonar la campana grande de la Parroquial. Era el primer toque. En los días de precepto se esmeraba en que tañera con cadencia y armonía. Los fieles, piadosos y devotos parroquianos afluían poco menos que próximo el tercero, siempre el toque más sereno.
En la Parroquial había mucho tumulto, la confusión llenaba todo el atrio. Por las calles contiguas y Pozo Palacios, comenzó a llegar mucha gente en alboroto. Tal era el vocerío que Frey Alfonso, en la sacristía se encontraba, acudió sin ceñirse el cíngulo del alba.

– ¡Silencio!, ¡silencio!.- Pedía el Prior, en busca de explicación de los aconteceres-. ¡¿A qué se debe este desorden?!.
-¡Al Santo Cristo nos encomendamos!-. Gritó uno de los de al lado.
– ¡¿Quien ha sido, quien ha sido?!-. Vociferaba otro-.
-¡Cristo de la Veracruz, ampáranos!.- Clamaba al grulle una mujer pidiendo favor y piedad-.
-¡Ha sido el Prior, ha sido el Prior!.- Afirmaba uno que en disimulo detrás de otros parroquianos acusaba.
-¡Esto es un penâero…!-. Exclamó Frei Alfonso.-

Entre zarandeos, el citado hizo que se procurara corro en su redor, suplicando sosiego. Se acercó a una piedra de la Iglesia donde una tablilla había sido colocada, sin saberse autoría. Fue, en esos instantes, estando pajizo, que discernió la razón de aquel caos.
En la tablilla colgada en la Parroquial, una letanía de nombres figuraba impresa con sello de la Primada. Todos ellos, sin acuse anterior, estaban señalados de excomunión.

-¡Osten, que apaño!-. Dijo Frey Alfonso, en desolación.

Con gran disgusto el Prior, conminó a los presentes entrar en la Iglesia, con el ofrecimiento de solventar el repudio desde Toledo a la feligresía de la villa.
-¡Si no nos tachan, no entro!-. Habló alguno-.
-¡Frei Alfonso nos prescribió de pagar los diezmos!-. Aseveraba otro-.
Oyendo, el párroco, se terció en claro:
-Al Cesar lo suyo, y a lo de la Orden, lo mismitico. Sabed debéis, que todos vosotros tenéis satisfechas las cuentas con la Orden misma. Así lo dice la Ley, y especificado queda en el capítulo 26 de la Concordia, capitulada entre ambas dignidades. Y más, confirmada está doblemente por la sede apostólica. ¡A Roma agitaré ante esta excomunión!-.

Otra vez, a luz de vela, escribió letras en pliego el Prior. Los renglones redactaba de tal forma, que parecían culebrillas y el trivio reche.

“…Y queja elevo a esta Superioridad de Toledo, que sacrílego ha sido el descomulgar a tantos feligreses del que soy Pastor. Es una compasión que permanezcan en la tabla tantos pobres labradores en el presente año que hacen suma falta a la recolección…»

A seis domingos de precepto después, antes de la hora de misa, Frei Alfonso, vestido con el alba, más sin cíngulo, salió con una tablilla nueva. La colocó, quitando la de la lista de excomulgados. Puesto en latín estaba lo que se decía. Ordenado quedaba la absolución a los campesinos, y todos ellos tachados de la vergonzosa tabla. Pedro Díaz Campana, abogado de Toledo, a 23 de julio, se hacía constar.

-¡Viva el Prior!, ¡Viva Frei Alfonso!.- Proclamó un tachado-.
¡Viva!-. Gritaron los de alrededor-.

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*(Texto de a renglón seguido, sin espulgar)