Cap. 11

«A la hora del Ángelus»

SON:

Habiéndose sin dormir a causa del paseo con Ruy Mimbarrejón por las orillas del Ciguela, se procuró aseo la mesonera con una jofaina de agua fresca del pozo. Aligerandose los trajines y requerimientos con los criados, se encaminó a su cuarto buscando vestido decente y digno de acudir a misa de doce en la Parroquial Iglesia.
Se venía, La Chela junto a la EUfrasieja, por el acirate del Riato subidas en la yegua de la mesonera para asistir al culto de la fiesta de guardar, en el momento en que cruzando ya por Pozo Palacios dio en encuentro con Frei Alfonso dirigiéndose a la Parroquial y celebrar la ceremonia piadosa.
-Buenos días tengáis mujeres del mesón-. Cumplimento en saludo a las que subida iban en la potranca-. Como en los otros días de precepto me complace veros, yendo en cumplimiento de las leyes de la Católica Iglesia-.
-Fe tenemos en el Creador, mas no tanto en muchas conjeturas del credo, que vos, padre sois conocedor, y en las que siempre, después de confesión, me determina mucha penitencia-. Respondió La Chela, mientras se bajaban de la yegua-.
-Íntimo testimonio me procuráis delante de gente, siendo solo propio de confesionario, que solo Dios ha de conocer. Bueno, y yo también, para guiar en las expiaciones de pecado-
-Presentándose a la puerta de la parroquia, Frei Alfonso entró en ella camino de la sacristía. La mesonera y su criada, dieron con vecindad haciendo espera de la hora del Ángelus.
-¿Dónde estuviste anoche, que te han visto por ahí?-. Fue la salutación de una de las que allí se estaban en espera de misa-.
-Pues, recogía en la hierba del río. ¿No lo oyes?-. Le alargó la del mesón-. Di a quién te ha dicho, que más valiera tenerse en preocupación de su caldereta, no sea que el raco se le cicatrice-.
-Amos, que cosas tienes Chela-. Dijo la otra pretendiendo disculpa de sus palabras-.
-Ni mejor, ni peor me tengo que la parentela, más disgusto me da oír a las lenguas con mala folla-. Zanjó la conversación La Chela-.Entraron todas a la misa situándose en el lado de las mujeres, tocadas con pañuelo tapando la cabeza. Saliendo el prior de la sacristía, toda la feligresía se dispuso de pie.
– In nomine Patris, et Filii, et Spiritus Sancti. Amén. Introibo ad altare Dei.
Judica me, Deus, et discerne causam meam de gente non sancta: ab homine iniquo et doloso erue me-. Oró el oficante-.
-Las mujeres piadosas no levantaban cabeza, metidas en mística; los hombres de los primeros bancos, igual. Los del medio, y los de atrás, miraban en disimulo a los otros y las otras, fijándose en sus pañuelos y vestidos, mirando si de alguna mujer se le hubiera ocurrido ponerse chori en los labios.
La Chela, que siempre se colocaba detrás en los bancos, dio en ver a Ruy Mimbarrejón, al lado del tío Nieves el esquilaor y Cazuela, al que vio con muecas de sueño, mellizo al de ella.
“… pecadores obstinados, llenos de juramentos falsos, blasfemias y maldiciones, sin guardar las fiestas y los ayunos que os manda la Iglesia Ntra. Madre, comiendo carne en viernes, y sábados, en las vigilias tempranas y cuaresma sin más necesidad, que vuestro antojo, y poca mortificación, que castigos podéis esperar vosotros vengativos,… los sin respeto sin sujeción a vuestros mayores, que será de vosotros deshonestos, torpes, amancebados, alcahuetes y alcahuetas si así castiga Dios a los santos por pecados tan ligeros como os castigará a vosotros estando llenos de tantos, y tan sucios, y execrables pecados mortales…”-.

(Continua)