Esta finca se caracteriza por albergar el único palomar que se conserva en perfectas condiciones en nuestro pueblo. Ello se debe sólamente a los cuidados que le brinda el actual propietario, Francisco Avilés, y su familia.

En los palomares se criaban palomos para las tiradas. Se componían de una casa, con habitaciones para el guardés y su familia y las dependencias para los palomos. El guardés estaba allí todo el año y se encargaba de llevar el control de la población de aves de la casa y de realizar la extracción de palomos para las tiradas.

En esta finca, el palomar propiamente dicho se situa en la parte alta de la casa, teniendo tres salas para las distintas fases de la crianza. Las paredes están recubiertas con nichos que habían de servir a las aves para anidar y reposar. En el techo hay pequeñas buardillas por donde los palomos pueden salir al exterior. Junto a la casa se encontraba el pilón donde bebían los palomos, hoy desaparecido a causa del expolio que sufre el campo.

Esta finca que está en unas condiciones envidiables y es una rara joya de nuestro tiempo y por lo tanto, digna de ver.